sábado, 10 de mayo de 2008

Ojalá

Poesía y música a veces se unen y crean momentos mágicos.

Momentos en que la lluvia se detiene, deja de caer, se queda en suspensión, sólo se nota la humedad en los huesos, y el reloj, olvidando que es una máquina, se alía con esos minutos que deshace imparable y toma un descanso en su carrera hacia el infinito.

Momentos en que aparece un agujero negro en el estómago, un vacío tremendo y en esa nada la música retumba, cada letra, cada ritmo..pum, pum, pum, y ese repicar y el palpito del corazón se hacen uno.

Pasado y presente se dan la mano, el tiempo se desdobla y se abrazan, se crea un nexo que las une, y una sonrisa aparece en la comisura de los labios mientras un brillo de melancolía golpea como una bola de nieve.

Canciones como ésta, una canción que dilata las pupilas, que acelera el corazón, que deja todo en un segundo plano, que detiene el paso de quién la escucha,que hace sentir que estas vivo como cuando respiras el aroma del césped recién cortado.

La magia de la belleza pura.


H.


Ojalá-Silvio Rodríguez.