sábado, 3 de mayo de 2008

2 de mayo 1808

El 2 de mayo de 1808, parte del pueblo llano de Madrid se levanto en armas contra el ejército más poderoso de Europa, el imbatido ejército imperial de Napoleón Bonaparte. Fue el principio de su derrota y posterior retirada de España.

Fue un movimiento popular iniciado por un resentimiento que se filtró gota a gota entre la gente del pueblo, debido a la impotencia de ver pasear un ejército extranjero por el país con la condescendencia de las dirigentes patrios.
El ejército que iba a atravesar España para invadir Portugal, acabó "ocupando pacifícamente" el país. Esto produjo un sentimiento de ser humillado en tu propia casa, todo ello con el consentimiento de los regentes.

Un levantamiento conducido por un puñado de oficiales, traicionados por sus superiores, junto a gente de todas procedencias; jornaleros, albañiles, panaderos, criados, mozos de caballos, aguadores, empleados, dependientes, chisperos, desertores, presos, prostitutas, el "pueblo bajo".

¿Qué es lo que realmente impulsó a la gente a lanzarse bajo los cascos de la caballería de los Dragones, y a luchar con sus navajas de campo contra los aguerridos mamelucos, o simplemente lanzar macetas y otros contundentes utensilios desde las ventanas intentando causar las mayores bajas posibles?

No voy a recordar ni narrar de nuevo los mil hechos que acontecierón, ni el griterío de la gente cargando contra quíenes pensaban se llevaban a Francia al infante Francisco (hijo de Fernando VII, retenido en Francia).
Ni un bando del alcálde de Móstoles que se extendió como la polvora entre el pueblo llevado por la impotencia "La patria está en peligro. Madrid parece víctima de la perfidia francesa. Españoles, acudid a salvarla. 2 de Mayo de 1808. El alcalde de Móstoles".

Ni el temor que recorría a los soldados franceses al patrullar de noche los oscuros callejones y oír el seco ruido de los muelles de las navajas albaceteñas de dos palmos y agudos filos. Ese ruido que anunciaba sangre y muerte a cualquier precio, incluso la vida propia.

No fue un día triunfal (413 muertos y 160 heridos en una ciudad de poco más de 150.000 habitantes), pero si histórico, fue el despertar del sentimiento nacional, del sentimiento del pueblo unido en torno a "algo" común más allá de un rey y una bandera. Un sentimiento sin egoísmos.

Napoleón como gran estratega había planeado cuidadosamente todos sus pasos, un monarca débil, una Junta de Gobierno manejada como títere, una aristrocracia y una burguesía acomodadas y una Iglesia centrada en explotar su monopolio.

Pero no había contado con el pueblo español.
Más tarde en su exilio en Santa Elena, Bonaparte dijo “Esa desdichada guerra me perdió. Los españoles en masa se comportaron como un hombre de honor”. No contaba con la mala leche española, el rencor y la venganza a cualquier precio cuando es tocado lo más sagrado; el orgullo.

Y eso es lo que venció al ejército imbatido, el honor y el orgullo del pueblo español.

A los héroes del 2 de mayo y la Guerra de la Independencia, a los héroes del orgullo y del honor.

H.